El impuesto al azúcar del Reino Unido (SDIL) grava a fabricantes e importadores de bebidas azucaradas según su contenido de azúcar, incentivando la reformulación de productos para reducir costos. Actualmente existen múltiples exenciones —como jugos, leche y bebidas vegetales— aunque el gobierno anunció que, desde enero de 2028, el umbral mínimo de azúcar bajará de 5 g a 4,5 g por 100 ml, y se eliminará la exención para bebidas lácteas y alternativas vegetales con azúcar añadido.
El impuesto ha impulsado que el 89% de los refrescos quede fuera del pago gracias a reformulaciones, pero también ha generado £1.900 millones en ingresos desde 2018. Los cambios futuros significarán mayores ajustes para las empresas: reformular nuevamente sus productos o asumir el impuesto, lo que puede implicar costos elevados, especialmente para marcas grandes. Las pequeñas empresas seguirán exentas, pero podrían enfrentar precios más altos de sus proveedores.
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