En los últimos años, Egipto ha pasado de ser un territorio prácticamente inexplorado para el cultivo de arándanos a convertirse en uno de los orígenes emergentes más vigilados por inversores y operadores internacionales. La disponibilidad de agua, las condiciones climáticas favorables y una ubicación estratégica entre mercados clave han contribuido a posicionar al país en el punto de mira del sector.
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