El cultivo de arándanos enfrenta una creciente vulnerabilidad climática por la pérdida de horas de frío, escasez hídrica, nuevas plagas y mayores costos de adaptación. Países como Chile, Perú, México y Argentina están desplazando producción o ajustando sus sistemas debido a olas de calor, estrés hídrico y alteraciones en floración, calidad y poscosecha. En África, Marruecos y Sudáfrica también sufren presión por altas temperaturas y competencia por el agua.
El cambio climático está impulsando un alza en enfermedades, desuniformidad en la maduración y costos logísticos más altos, especialmente en cadenas de frío. Aunque emergen variedades más resistentes y tecnologías de precisión, la adopción es desigual y limitada por financiamiento. Para 2050, se proyecta un desplazamiento de zonas productivas hacia regiones más frías, marcando una transición del crecimiento a la resiliencia y la eficiencia hídrica.
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