En este estudio, que incluyó a siete mil 56 participantes, se encontró que aquellos que consumían más tomates o productos derivados de los tomates tenían un 36% menor de riesgo para desarrollar hipertensión en comparación con aquellos que tenían un consumo más bajo de estos alimentos. Este efecto positivo se observó tanto en personas sin hipertensión como en aquellas que ya la padecían, particularmente en el estudio.
Los participantes se clasificaron en cuatro grupos según su consumo diario de tomates, que iba desde menos de 44 gramos hasta más de 110 gramos. Los resultados, publicados en la revista European Journal of Preventive Cardiology , mostraron una disminución significativa de la presión arterial diastólica en aquellos con niveles más altos e intermedios de consumo de tomate en comparación con los niveles más bajos. Además, se observó una reducción en la presión arterial tanto sistólica como diastólica en personas con hipertensión que tenían un consumo moderado de tomates.
Fuente: European Journal of cardiology