Alimentos Orgánicos
Oct. 22, 2012Orgánicos/Chile: superficie dedicada al cultivo orgánico alcanzaría 14.000 hectáreas, de los cuales 1.650 hectáreas estarían dedicadas a los arándanos
Carlos Klein, vicepresidente de la Agrupación de Agricultura Orgánica de Chile y productor de arándanos, sostiene que el país debe apuntar a nichos distintos y por los que se pague más.
En Chile los frutales menores orgánicos tienen una creciente presencia, liderados por los arándanos.
Cuando se trata de berries, Chile se ha posicionado fuerte como productor de fresco. Los procesados hace ya rato que comenzaron a construirse un buen camino que por estos días se viene consolidando. Sin embargo, a medida que aparece competencia en el entorno -como la de los arándanos argentinos- los productores nacionales no pueden dejar de mirar con atención ningún mercado. Dentro de los berries, la demanda global por productos orgánicos viene creciendo tan sólida como la de los demás productos cultivados bajo esta técnica.
Carlos Klein es vicepresidente de la Agrupación de Agricultura Orgánica de Chile (AAOCh) y además es productor de arándanos orgánicos en Temuco. Y es enfático al explicar por qué trabajar sin químicos es una alternativa a la que los chilenos deben mirar con atención.
“Costos altos de energía y de mano de obra; dólar bajo y una creciente competencia han vuelto imperativo que los agroempresarios apuesten por alternativas distintas, ya sea nuevos nichos o nuevas formas de comercializar. Significa estar atentos a lo que ocurre en los mercados para incorporarlo antes que el resto de los competidores”, explica, refiriéndose a que uno de esos nichos es precisamente el de los orgánicos.
Si bien la demanda local por productos orgánicos está creciendo, hasta ahora el mercado más atractivo sigue siendo el externo, que es hacia dónde va, según explica Klein, cerca del 80% de la producción local.
Actualmente en el país existen del orden de 507 productores orgánicos, 102 procesadoras y 19 firmas exportadoras orgánicas. De acuerdo a las cifras del SAG las hectáreas certificadas serían 123.700, sin embargo, buena parte de ellas se refieren a recolección silvestre y praderas naturales. De hecho, las cerca de 74 mil hectáreas que se registran para la Región del Biobío son básicamente de recolección. De acuerdo con los datos que maneja Klein, en el país habría del orden de 14 mil hectáreas de cultivos orgánicos -entre frutales mayores y menores y viñas-, y entre ellos, si de frutales menores se trata, habría del orden de 2.929 hectáreas, donde destacan los arándanos, con cerca de 1.650 hectáreas, seguidos por frutillas y frambuesas.
“Se encuentra una variedad enorme de productos orgánicos en Chile. En pequeñas cantidades, pero que finalmente contribuyen a que tengamos un creciente interés”, explica el experto. El tema es saber cuánto está creciendo efectivamente la producción orgánica de los distintos productos en el país.
“Es difícil mencionar una cifra. Al hablar con los gerentes de las certificadoras orgánicas, IMO, BCS, ellos plantean que de 10 que se embarcan, se desembarcan 9. Estimamos que la producción orgánica está creciendo en porcentajes del 5 al 10%, porque hay muchas turbulencias y muchos se desaniman”.
Klein insiste que en cuanto a berries, “en Estados Unidos hay gran interés por el arándano orgánico”.
En el país, hasta ahora, la mayoría de los arándanos orgánicos son producidos por grandes empresas, donde la característica es que tienen los dos sistemas de cultivo: tradicional y orgánico, similar a lo que ocurre en el país del norte.
“En Estados Unidos no es frecuente encontrar huertos exclusivamente orgánicos. Cumplen todos los requisitos de hacer la parte orgánica. Acá en Chile se está viendo algo parecido. Luce mucho para una empresa que exporta fresco y procesado tener producción orgánica”, explica.
Los problemas del sector
Uno de los problemas que enfrentan los orgánicos, especialmente los productores pequeños y medianos, es la dificultad para comercializar en supermercados.
Certificarse como orgánico, sea para berries o para cualquier otro producto, significa costos altos. Este es uno de los elementos que más ha complicado a los productores pequeños y medianos. Y a ello se agrega que tienen problemas para la comercialización, especialmente en supermercados.
Esto porque, según explica Klein, la Ley 20.089, que creó el sistema de certificación, estableció la forma en que los pequeños y medianos productores ecológicos pueden producir, “pero también puso una serie de trabas a la comercialización… Entonces, hay cadenas de retail o supermercados que están interesados en ampliar su oferta de orgánicos, y es una posibilidad interesantísima. Sin embargo, no estaría dada de acuerdo a las condiciones legales”, dice el experto sureño.
La ley establece que para que estos productores puedan producir y vender sus verduras y hortalizas, tienen que tener representación jurídica. Dado que ello es difícil, la fórmula es que se organicen. Pero aún así, el tema sigue complejo, ya que deben ser registrados por el SAG, lo que a muchos pequeños les parece muy duro.
“Lo que falta es capacitación. Este es un cuello importante, especialmente en el tema de hortalizas”, sostiene Klein.
El otro aspecto que aún es débil es el de invertir en investigación orientada a la producción orgánica.
“Es envidiable el apoyo de la investigación de los distintos organismos a la producción de fruta orgánica. Aquí la mayor parte de los productores que inician la producción orgánica se enfrenta a cajas negras en manejo agronómico y no hay líneas de investigación. En materia de frutales menores estamos pagando royalties carísimos por traer variedades, cuando se podría desarrollar a nivel local”, recalca el experto.
En esta línea el representante de los productores orgánicos, ve como un desafío “acercar a los empresarios y productores con los que manejan la investigación en Chile”.
El otro desafío, dice, es el desconocimiento general que la gente tiene en relación con la producción orgánica que es más amplio que sólo no se utilizan agroquímicos.
“El concepto tiene que ver con la fertilidad natural del suelo, el mantener e incrementar la biodiversidad. Y ese tema conceptual si no se conoce, no se paga por el producto orgánico”, plantea.
Y cuenta que en su producción de arándanos tiene 18 corredores biológicos entre los cuarteles.
Además, insiste en que esta producción incentiva el uso de elementos locales. “Como por ejemplo, harina de sangre, harina de carne, harina de hueso, leguminosas como harina de lupino. Es un reciclaje enorme de nuestros propios insumos, lo que incluso impacta en la disminución de huella de carbono. Es decir, hay un uso de energía mucho menor en los orgánicos”.
Denuncia que falta apoyo público a esta producción. “En Europa y EE.UU. tienen enormes subvenciones, incluso en el pago de las certificaciones. El desafío político mayor es que acá no hay una decisión de las autoridades de brindar un apoyo a los productores. Como no va a resultar curioso que el Estado de Chile en los últimos 20 años ha comprado cerca de 150 mil ha para devolvérsela a comunidades mapuches y no conozco ninguna sola iniciativa que oriente la producción a algo consustancial a la cultura mapuche que es orgánica. La Conadi podría tener una línea de desarrollo para agregarle un valor. Un producto de La Araucanía, por mapuches, orgánicos, que darían mayor valor”, recalca.
Por qué no transgénicos
El productor insiste en que “los transgénicos son la espada de Damocles más importante que pende sobre la producción orgánica. Si un productor orgánico se contamina deja de ser orgánico”.
Explica que el concepto de producción orgánica se opone a la transgenia, “porque va en función de la fertilidad natural del suelo, del aumento y conservación de la biodiversidad”.
Agrega que hay formas más sustentables de producir.
“Por los rendimientos que uno ve en la producción orgánica es posible acercarse a los rendimientos de la producción convencional. Incluso las firmas químicas internacionales están entrando a la producción soluciones innovadoras biológicas para orgánicos. Creo que podemos avanzar en la producción orgánica y biodinámica con el apoyo de la industria”.
Postula que en esta materia es necesario iniciar la discusión.”El pronunciamiento de los agricultores orgánicos es claro. No los queremos, no los necesitamos, creemos que lo que existe actualmente se quede allí. Y eso extraordinariamente limitado a lo que ya existe y no permitir que en Chile se extienda la producción. La sociedad chilena tendrá que decidir cuándo y dónde es segura. Es importante que nos pongamos de acuerdo en cuál país es el que queremos. Tenemos que diferenciarnos precisamente con lo orgánico, con fair trade, con buscar caminos distintos que nos pueden reflejar mucho mejor. No podemos competir en todas las ligas”.