Deshidratados
Ene. 7, 2013Argentina: otro año difícil para la ciruela desecada
Los precios internacionales y el consumo se mantienen estables. El incremento en los costos diezma la rentabilidad. Aseguran que ninguna de las industrias de Mendoza trabajó a pleno en la temporada 2012.
sábado, 05 de enero de 2013
Con una producción recuperada respecto de la pasada campaña; crecientes costos de producción y procesamiento; mercados externos estables y la presión de Chile como más fuerte competidor, los exportadores locales de ciruela desecada prevén un 2013 complicado.
“Este año no vamos a tener el exceso de producción que tuvimos en el 2011. Creo que hay un 65% o un 70% de la cosecha de ese año”, estima Omar Dottori, presidente del Comité de Exportadores de Ciruelas de Mendoza (CECIM).
Calcula que van a quedar entre 35 mil y 40 mil toneladas secas, muy por encima de las “12.000 o 13.000 toneladas del 2012, que fue un año de una cosecha malísima; aunque debajo de las alrededor de 60.000 toneladas que había dejado la campaña 2011”, indica el ejecutivo.
Dottori recuerda que 2011 fue un año de precios bajos por la gran cosecha que hubo, mientras que en 2012 los valores mejoraron un poco en el exterior, pero no a los niveles pronosticados, porque Chile tuvo una gran cosecha entre 75.000 y 80.000 toneladas”.
Según el dirigente los exportadores trasandinos, “preocupados por la gran cantidad de materia prima, se largaron al mercado a querer sacarse de encima la producción y vendieron casi todo; por eso el precio de la caja bajó 2 dólares” explica. Reconoce que “a nosotros se nos complicó mucho este año, porque tuvimos que adecuarnos a los precios de Chile; y acá hubo tan poca ciruela, que nos costó mucho más cara que a los exportadores chilenos”.
Se achica el sector
Rubén Cano, de la firma Frut-Can, también de San Rafael, coincide en que “la última temporada fue muy mala, en varios aspectos: primero, una cosecha muy corta, que no llegó a los 40 millones de kilos frescos”.
“Después -agrega- fue creciendo el problema de los costos, agravado porque su ritmo de crecimiento no fue acompañado por la devaluación del peso frente al dólar”.
Cano sostiene que esta situación ha llevado a que varias empresas hayan tomado la decisión de no seguir exportando y a que otras a dejen de trabajar momentáneamente, con la consecuencia de tener que dejar gente en la calle y reducir las estructuras a la mínima expresión. Dice que esto ya había ocurrido en el 2011, y en el 2012 se incrementó. “Los que trabajaron se limitaron a procesar la fruta propia. Sabemos que la ciruela es un producto que no tiene mercado interno, por lo cual, aunque los números no den, no queda otra alternativa que exportar”.
Cano indica que de unas 14 empresas, “ninguna ha estado trabajando a pleno; excepto casos excepcionales, como una que proveen a fabricantes nacionales de yogures y otra que tiene su propio centro de distribución en España”.
La campaña que viene
Las 35.000 o 40.000 toneladas que de producto seco que quedarían este año (de no mediar accidentes climáticos hasta el momento de la cosecha) corresponderían a una producción de “más o menos 120.000 toneladas frescas”, dice Dottori.
Según esta estimación, y considerando la superficie implantada al último Censo Frutícola que hizo el Instituto de Desarrollo Rural, el año vendría con un rendimiento promedio (en fresco) de bastante menor a 10.000 kilos por hectárea.
Pero el empresario sureño cree que, para estimar los rindes, habrá que hacer el cálculo sobre un área bastante menor de cultivo porque “hay varios montes a los que no se les ha dado el cuidado que corresponde o directamente han sido abandonados, por falta de rentabilidad. En el Este de la provincia han erradicado varias plantaciones”.
Calcula que por la fruta que se ve en las plantas, el promedio por hectárea se ubicaría entre las 16 y 18 toneladas. “Claro que, en ese caso tendríamos que hablar de no más de 7.500 hectáreas en producción; y eso suena a demasiado poco. Es un punto que no está claro todavía, y no es de importancia menor”, señala el dirigente.
Un año difícil
Dottori prevé un 2013 “muy difícil, porque nuestro gran competidor es Chile, pero no podemos competir de ninguna manera, por varias razones”.
Una de ellas, según precisa, es el mayor rendimientos que tienen las plantaciones trasandinas, “que ronda entre los 25.000 y los 30.000 kilos por unidad de superficie. Pero hay otras, que escapan totalmente al manejo de productores e industriales”.
Señala, por otra parte, que “California tuvo una cosecha similar a la del año anterior, hablan de entre 90.000 y 100.000 toneladas secas”. Si bien otras referencias dan cuenta de unas 110.000 toneladas, hay acuerdo en que no va a tener excedentes. En Chile, “dicen que viene (producción en fresco) para unas 60.000 a 70.000 toneladas secas; un poco menos que esta última temporada pero son sólo comentarios”, indica . Otras versiones dan cuenta de una producción similar a la de la temporada última, en cuyo caso habría que hablar de unas 70.000 a 80.000 toneladas secas. En lo que hay acuerdo, sí, es en que Chile no va a tener este año más producción que el pasado.
Al mismo tiempo, hay que ver en qué situación están los mercados internacionales, ya que en Argentina, el consumo de ciruela desecada es irrelevante.
El titular del CECIM recuerda que los principales destinos de la producción mendocina, provincia que concentra la totalidad de la producción nacional, son: “Brasil, Rusia, España y un poco en el Norte de África”. Se lamenta porque en México -que es un consumidor de 5.000 toneladas de ciruela- no podemos entrar, porque Argentina tiene que pagar entre el 13% y el 18% de arancel, por lo que Chile ha ganado mercado.
En cuanto al mercado brasileño, dice que “aparentemente está bien. La demanda se mantuvo estable este año, igual que en Rusia; y en España -por la crisis- bajó el consumo un 30%”.
Falta competitividad
El presidente del CECIM explica que la complicación para el sector va a estar dada, fundamentalmente, por la falta de competitividad, producto del desfasaje entre la evolución que evidencian los costos y el tipo de cambio (considerando que es un producto netamente exportable).
“La cosecha va a tener un costo muy alto porque va a faltar gente al igual que el costo del secado… Todo se está incrementando; no sé si el problema es la inflación, o el dólar que no acompaña a la inflación”.
Rubén Cano, coincide con su colega en que las estimaciones iniciales son de una cosecha buena está de acuerdo en que “Argentina va a estar con un terrible problema de costos, con lo cual, si tiene que salir a competir con precio peor todavía. “Si no hay una mejora significativa en el precio internacional de la ciruela (que no hay razones visibles para que eso ocurra) no vamos a poder competir. No va a haber faltante y el comercio mundial está bastante parado”.
Cree, entonces, que “este año, primero habrá que resolver lo más inmediato, que es transformar el producto de perecedero, en no perecedero”.
Como los recursos financieros -para la industrialización de la fruta- no abundan, el titular de Frut-Can descuenta que “el industrial se va a jugar por su propia producción”. Apunta que “muchos productores (que no son industriales) han hecho inversiones en proceso de secado (desde estructuras muy básicas hasta hornos de secado, dependiendo de sus posibilidades); y va a quedar un sector sin posibilidades en el que probablemente vaya a tener que intervenir el Gobierno con alguna ayuda, al menos para cosecha y acarreo”.
Buscando salidas
Cano comenta que “hemos estado trabajando con el Gobierno, para ver si se puede armar un fideicomiso parecido al del mosto”. Esto “está en conversaciones; lamentablemente estas cosas siempre van más lentas que el proceso de maduración de la fruta, ya lo hemos visto en el caso del damasco, pero se está trabajando”. Aunque no se llegue a tiempo con el armado definitivo del fideicomiso, el hecho de encontrarnos con la firme voluntad de las partes, el industrial que tenga capacidad ociosa de secado, puede tomar ciertos volúmenes y dejarlos en stock para el fideicomiso, y después el Gobierno evaluará qué salida le va a dar al producto.
En otro plano, y en cuanto al problema de competitividad cambiaria, Omar Dottori coincide con referentes de otros sectores en que, quizás, una salida sería establecer un tipo de cambio diferencial para las exportaciones de las economías extra pampeanas porque todas ellas tienen el mismo problema; pero se pregunta “¿Quién va a pagar la diferencia? ¿El Gobierno? No sé si estará en condiciones y dispuesto a hacerlo”.
En otro orden, está de acuerdo con la posibilidad de promover el consumo en el mercado interno, en principio a través de compras del Estado para dependencias públicas como hospitales, escuelas, etc. Ahora, el consumo nacional podría rondar el 4% ó el 5% de la producción.
Cano también cree que puede ser una buena alternativa … “pero no va a ser la solución para esta cosecha, es para un plan a mediano y largo plazo”.
De todos modos, resume que “hay incertidumbre en la industria, porque los números no dan. El año pasado cerraron cuatro industrias en San Rafael. Estamos quedando 5 ó 6. Lo veo difícil”.